Momento 1:
Estoy en el computador, de pronto a mis pies escucho un grito de Gaspar:
"aaaah!... la torre no me deja...", dice el mientras lanza un lego lejos. Lo que pasó es que no pudo encajar bien los legos para hacer una gran torre.
Momento 2:
Gaspar está tratando de subirse al sillón que está apoyado contra la ventana. Su idea es subirse para mirar por la ventana para afuera. Le cuesta subirse. De pronto me mira y con cara de llanto dice: "aaah! este cojin no quiere que yo me suba!"
Momento 3:
Gaspar está jugando con sus motos y sus muñecas. Está intentado subir a la muñeca a la moto. Lo logra. Después de un rato, la muñeca se cae de la moto. Gaspar me va a acusar: "Mamá, la guagua no quiere subirse a la moto."
Sé que técnicamente este pensamiento en los niños se llama animismo, que es normal... ¡pero me encanta! Pero entre nos, ¡bien pesada la guaguá que no quiso subirse a la moto!
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