lunes, 7 de marzo de 2011

Ignominia

Siempre la acostada del Gaspar ha sido un trámite lento y difícil. Él suele demorarse al menos media hora en dormirse, media hora en que uno está con la luz apagada, sentada en la cama de él, entregándole tu mano para que Gaspar tome tu mano y la pose sobre distintas partes de su cuerpo: así, él toma tu mano y primero se pone la mano sobre la cara, luego sobre la oreja, luego la posa sobre en su guata, luego la deja sobre la rodilla, al rato la vuelve a poner sobre la cara, y así por al menos 20 minutos tu mano se transforma en una suerte de "oso peluche" o "guatero" que intenta acomodarse sobre Gaspar.

Antes de comenzar este ritual, en que la luz apagada y el sonido de los ronquidos del Camilo (quien duerme al lado), hacen que al menos a mi, me dé un sueño incontrolable, se debe entonar alguna canción: "los pollitos dicen" o "pin pon es un muñeco", o, ambos hits.

Y por supuesto antes de entonar ninguna canción, yo les digo "buenas noches" a Camilo, dándole un beso y un abrazo, y luego a Gaspar, dándole un beso, sentándome al lado de él, y entregándole mi mano para que comience su deambular habitual. De más está decir, que mi máximo deseo, mientras estoy allí, atrapada noche a noche, es que el Gaspar aprenda a dormirse solo, y yo pueda recuperar esa media hora para mi vida personal.

Todo este detalle de la acostada es relevante para que ustedes capten la envergadura de lo que ha sucedido esta noche:
1. Acuesto a Gaspar.
2. Hago el ritual mencionado, sin embargo al terminar la canción él me dice "Quiero pipí".
3. Vamos al baño, él hace caca.
4. Volvemos a la cama, le doy un beso de buenas noches, me vuelve a decir "Quiero pipí".
5. Vamos al baño, él vuelve a hacer caca.
6. Volvemos a su cama. Yo, ya media desesperada, le digo "Ya, Gaspar, duérmete", mientras me siento al lado de él en su cama.
7. Le doy mi mano. El se pone mi mano sobre su pecho, y a los pocos segundos me suelta la mano y me dice "Buenas noches mamá". Y se da media vuelta, dejando mi mano abandonada a la deriva de la cama.
8. Me paro y me voy.

¡¡Es mi sueño hecho realidad!! Que el Gaspar se duerma solo. Pero por alguna absurdísima razón, sentí, que el haberme echado así de su proceso de conciliación de sueño fue una vil ignominia. ¡Yo que tantas noches en vela le he dado!

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