Parece que mi nana Rosa estuvo leyendo acá mi diario de vida, acerca de mis intenciones de recorrer el mundo. Porque hace como dos días que no encuentro un plato lleno de conchitas y piedras que había debajo del sillón. ¡Y a mi me encantaba ir a ese plato! Las conchitas y las piedras tenían un sabor saladito exquisito. Además ese plato estaba bastante cerca de donde mi mamá me pone sentado siempre, era cosa de ponerse de guata y arrastrarse un poquito para atràs. ¡Y ahora ya no está debajo del sillón!
Pero hoy cuando mi mamá me tomó en brazos, al pasar caminando hacia la escalera de mi casa, ¡pude ver el plato con piedras y conchitas! ¡Lo pusieron arriba de un mueble! ¡Que injusta la vida, justo cuando yo había encontrado algo nuevo y rico, los adultos van y se lo dejan solo para ellos!
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